Dejado atrás el verano y ya en nuestras aceleradas rutinas de vida diarias, con días de luz mas cortos y con un desgaste físico y mental mayor, es necesario que la alimentación acompañe estos cambios para que nuestro organismo pueda enfrentar los mismos.

Dentro de los alimentos que necesitamos, se encuentran los frutos secos, llamados así porque su composición natural, sin la intervención humana, tienen menos de 50% de agua. Son alimentos muy nutritivos y energéticos, ricos en proteínas, grasas cardiosaludables y buenas proporciones de vitaminas, minerales y fibra.  

Gracias a sus propiedades, aconsejan su presencia en la dieta mediterránea todos los días, siempre que se consuman crudos y en cantidades moderadas para no pasarse con las calorías.

Se consideran frutos secos; almendras, nueces, avellanas, piñones, pistachos, castañas, cacahuate, anacardo y los tenemos que diferenciar de las semillas como las “pipas” o de los frutos deshidratados como las pasas u orejones

En esta oportunidad nos ocuparemos de los beneficios de las almendras y nueces.

Almendras:  Este fruto seco se caracteriza por cuidar el sistema circulatorio, fortalecer los huesos y dientes, ser una buena fuente de proteínas y mejorar la salud digestiva.

Nueces: Se considera el fruto seco mas saludable por la cantidad de beneficios que aporta. Reduce el colesterol y son buenas para el corazón, aportan energía, ayudan a regular el tránsito intestinal, y refuerzan el sistema inmunológico.

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